Shanghai, 14/05/07
Guapete que me han dejado; teníamos como objetivo ir a la pelu y hoy, con el correspondiente retraso de todos nuestros propósitos, finalmente HE ido, que al Txin creo que le saldrán rastas antes de que vaya. Paso a contar como es el proceso que evidentemente, como todo aquí, es algo diferente, pero en este caso puedo afirmar que mejor que a lo que estamos acostumbrados.He ido a una de las seis u ocho peluquerías que hay en nuestra calle, concretamente a una franquicia, que con unos 30 empleados vestidos de almirantes y las lucecitas te crees que estas en un crucero. Nuevamente hay una separación sexista en los trabajos, como ocurre en los restaurantes que los cocineros son hombres y nunca camareros, los que cortan el pelo son sólo hombres y no hacen nada de lo demás.
Uno entra en la peluquería, hace un gesto de unas tijeras encima de la cabeza y enseguida entienden a qué has venido. Una chinita te sienta y te empieza a aplicar champú por la coronilla mientras añade de un bote la cantidad justa de agua para no gotear y te masajea durante aproximadamente un cuarto de hora con la espuma que se genera. A continuación pasas al puesto de aclarado, donde nuevamente te masajean un ratillo. Aquí es curioso que en un momento te ponen una toalla por encima de los ojos y te aplican la ducha caliente encima, muy agradable. Te la quitan, te masajean los ojos a la vez que te los secan te ponen la toalla calentita tapando toda la cara y, por supuesto, pequeño masajito. Te la quitan y se te queda la cara fresquita, fresquita. Luego ya te corta el pelo el tío, súper profesional con un maletín enorme con todos sus bártulos. Pasas de nuevo a que te aclaren la cabeza para quitarte los pelos y nuevamente masajito, y finalmente vuelves con el tío para que te peine. Una vez has terminado, después de tres placenteros cuartos de hora pagas un par de eurillos y como un rey te vas a casa. ¡Ojalá que me creciera más rápido el pelo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario