Hablemos del hueco que nos habíamos dejado, hablemos de momento de India. [Fotos en el space]
India es un país original, desde luego muy distinto a lo que estamos acostumbrados, hay vacas por las calles, todo está sucio, se come con las manos y la gente es un tanto pesada con los turistas. De hecho voy a comentar eso primero, lo pesados que son los indios. En primer lugar todo guiri cuando llega a la India adquiere sin saberlo una tarjeta, que también es válida en muchos otros lugares, con la que al hacer compras y disfrutar de cualquier servicio gozará automáticamente de aumentos en el precio de no menos del 50%, que normalmente no bajarán del 100%. Además no es necesario presentar la tarjeta en sus transacciones porque en todo lugar poseen un avanzado sistema de reconocimiento facial que confirma que Usted es poseedor de la tarjeta de aumento para turistas. Además es obligatorio usarla, a mí se me ha dado el caso de no querer hacer uso de ella, y la reacción ha sido de completo rechazo y negación a prestar el servicio con la reserva de “ese es el precio para indios, tú eres turista y tienes que pagar más”, literal. Volviendo a lo pesados que son los indios, es realmente cansino, son capaces de darte la brasa durante diez minutos mientras tu sigues tu camino y no haces más que decir que no, hasta que al final se cansan, o bien les has gritado ya demasiado y tras andar cuatro metros más llega el siguiente que amablemente te quiere enseñar su tienda, o te quiere llevar en “rickshaw”, aunque le digas que sólo vas a la esquina, o te quiere vender cualquier souvenir. Siempre se las dan de amigos y siempre comienzan con que no quieren nada, pero siempre quieren algo, si por ejemplo alguien se te pone al lado y te empieza a contar cualquier cosa de lo que estás viendo, ¡corre!, porque luego al haber compartido su información te pedirá dinero por los derechos de autor. Por ejemplo, fuimos a coger un tren e íbamos corriendo hasta el vagón, un tío se acercó, comprobó el vagón y el asiento y empezó a correr delante nuestro y cuando llegamos a nuestro sitio nos pidió dinero por habernos ayudado y encima se rebotó cuando le dije que no le daba, el tío no se bajaba del tren y al final aún le tuve que soltar 20c. Por esa razón, conviene, y atención que es un buen consejo, llevar siempre encima varios billetes-callabocas de 10 rupias por ejemplo, porque cuesta menos en muchas ocasiones darles eso y que se vayan con viento fresco que ponerte a discutir que no les vas a dar. Aparte todo el mundo espera propina, por simple que haya sido su trabajo o aunque se suponga que debería ser suficiente con lo que has pagado por el servicio. Otros trucos, aplicables al turista allá donde vaya es decir que no sois europeos, que sois de Suramérica por ejemplo, y en cualquier caso no digáis que sois de Madrid o Barcelona porque si no ya tenéis al amigo que se sabe toda la alineación del equipo de fútbol y se emocionará y os dará más la brasa, antes que eso inventaros la ciudad que así les hacéis un poco de roto. Como sí que les podéis hacer un buen roto es con el nombre, si te llamas Daniel como yo se lo pones muy fácil, es mejor llamarse Hermenegildo, a ver si tiene narices de repetirlo para decirte, “hey, Hermenegildo, no te vayas, ven aquí”. Hay alguno de todas formas que de cultura va un poco escaso y por hacerte la pelota y demostrar sus conocimientos te puede decir, como nos dijeron: “España, ¡ah sí!, ¡qué bonita la Torre Eifel!”. La verdad es que son muy pesados, como digo, pero además unos timadores natos, nunca te fíes de un indio, siempre te intentan ayudar, pero al final ya te darán la sorpresa, porque te ayudan por un lado para timarte por otro, suele pasar que las cosas no son lo que parecen. A nosotros por ejemplo nos llevaron a “la Ofincina de Turismo” y salimos de ahí con un paquete de viaje que aún me duele lo que nos costó. Si alguno acaba en la Inland India Adventures, alias Oficina de Turismo, mandarles recuerdos de mi parte y que me acuerdo mucho de su madre. Consejo, no hace falta ningún paquete, las cosas no son tan difíciles, preguntando se llega a todos los sitios y si tienes que pagar por algo de ayuda para encontrar alojamiento, o lo que sea, siempre te saldrá más rentable que el paquete. Dormir y comer no es caro, así que no os vendan la moto con que todo incluido ni otras florituras. Os engañaran en cualquier caso en muchas ocasiones, pero las más no será dinero considerable, pero en el paquete de todo incluido ya van concentrados todos los abusos engaños y aumentos por ser titular de la tarjeta turista. Al respecto ya añado que en Nepal también existen todos esos sistemas, pero a una escala muchísimo menor, ya hablaré de eso cuando llegue a hablar de Nepal.
Empecemos ya a hacer turismo. El paso por India fue algo fugaz porque mi objetivo era desde un principio Nepal, y aún fue más largo de lo que me proyecté, así que en cada sitio estuvimos una o dos noches. En Delhi visitamos la mezquita de Jamamaseb, creo que se llamaba, y bueno muy bonita y todo eso, la puerta de India, que es un monumento a los caídos tipo Arco del Triunfo, y el templo del Loto de la moderna religión Bahá’í (se pronuncia bahala) y que se basa en hacerle la pelota a todas las religiones diciendo que todas están en lo cierto, que Dios existe y que a lo largo del tiempo ha habido distintos profetas para su representación en la tierra que han formado las distintas religiones. Por la noche dormimos en la casa de Bundubas, el de la agencia de viajes, que nos ofreció su casa en plan de como nos consideraba amigos quería que conociéramos a su familia y que nos quedáramos con él como prueba de confianza, cuando la realidad era que le salía más barato que meternos en un hotel y su familia se componía de un niño que hacía todas las tareas de la casa, un inglés que estaba como nosotros y otro indio que no sé que pintaba allí. En cualquier caso fuimos generosos y les hicimos una tortilla de patata que supieron apreciar. Posteriormente cenamos algo de pollo con arroz sentados en el suelo y estrenamos nuestros cubiertos manuales.
Al día siguiente ya nos fuimos a Jaipur con nuestro intrépido conductor Rocky, del cual nunca me llegué a fiar, siempre vendiéndonos su confianza, pero siempre nos la colaba a lo tonto. Fuimos directamente al fuerte que me pareció realmente impresionante, de hecho volvimos al día siguiente a ver atardecer en un ambiente tipo Café del Mar, verdaderamente emotivo, la ciudad vista desde allí quita el aliento, es inmensa, y toda rodeada por una fortaleza a lo largo de los montes entre los que se haya. El hotel nos pareció bastante fuera de tono para alguien que lleva una mochila al hombro como yo, habitación inmensa, con sofás, bañera y de buen aspecto, desayuno de buffet estupendo, jardín pijo… Quizás en España no llamaría tanto la atención, pero allí cuando sales a la calle y miras como es todo, y luego ves un hotel así te resulta bastante chocante. Antes de irnos a dormir nos dimos un paseo y ya saboreamos lo que es India, nos tomamos un par de “chais”, té con leche al cual me he aficionado enormemente, algo rebozado y un par de cosas dulzonas y nos costó 25c, además de que fuimos la sensación del garito y terminamos haciéndonos fotos con todo el mundo, como si fuéramos alienígenas. Al salir nos asaltaron los niños y venga a hacer más fotos, pero estos ya pedían dinero aunque no muy insistentemente, en cualquier caso se ve que les enseñan de pequeños que hay que hacerles la pelota a los turistas. Vimos algunos niños bordando en un taller ya de noche, pero se notó que era algo habitual allí. A la mañana siguiente fuimos al palacio de Amber al que subimos en elefante, que estaba incluido en el paquete y que me pareció un poco chorras, sobre todo ahora después de lo de Nepal. El palacio es enorme, tiene quizás cientos de habitaciones, nos dijeron que en su día lo habitaban 5000 personas, pero como nos lo dijo un indio no me lo creo, no está mal, pero es una auténtica lástima que lo tengan tan mal cuidado, sucio, con la pintura fatal, obras a medio hacer, incluso nidos y panales por el techo… La famosa fachada del palacio de los Vientos estaba en obras, así que sólo tengo una foto de una fachada con andamios, naturalmente de bambú. Nuestro querido conductor Rocky nos llevó desinteresadamente a un centro comercial súper pijo, donde nos probamos yo un traje de marahá de 400€ y Delia un "saree" de 1200€, quedaban muy bien con otras baratijas que tenían como un columpio de plata de 100000€.
El camino de Agra fue un poco largo por lo explicado en el apartado del tráfico en India y Nepal de que nos atropelló una cosechadora. Sobre el tráfico creo que se me olvidó mencionar que si el camino más corto a tu destino requiere que vayas en sentido contrario en la autopista no es considerado en absoluto conducción temeraria. Agra también tiene fuerte, que tampoco está mal, aunque hay algunas partes en obras a las que no se tien acceso, pero tampoco es nada emocionante. Y lo que evidentemente tiene es el Taj Mahal, ya tengo la foto del Taj, ya he cumplido como turista, he de decir que impresiona mucho más de lejos, porque de cerca te das cuenta de que sólo es un edificio de mármol, muy bonito eso sí, pero con una sola sala que no es muy grande, además hay un montón de gente, tienes que hacer una cola enorme, llegas dentro a ver el sepulcro que hay y te van encorriendo para que salgas pronto, no te dejan hacer fotos dentro y encima es muy caro. No sé por qué, no es famoso el recinto en sí, porque las puertas de acceso me parecen bastante elegantes, pero quedan ocultas tras la fama del Taj. Aquí fuimos al Mc Donald's y comprobamos lo diferente que es el menú, en China no había ninguna diferencia, pero aquí es mayormente vegetariano y lo que tienen de carne es exclusivamente de pollo, ya ves tú que luego lo llaman a eso hamburguesería. Yo me tomé el equivalente al Big Mac, el menú Maharajá. Desafortunadamente no pudimos ir a Fatherpur Sikri que me había recomendado Pablo de Shanghai, porque lo cerraron para el comité de unos juegos asiáticos tipo JJ.OO. pero con deportes raros, y al día siguiente el capullo de Rocky, no dejó de ponernos excusas para no ir, por lo que se quedó con menos propina de la que debería.
Para ir a Varanasi fuimos en tren y ya nos despedimos de Rocky. Como ya conté, la velocidad del mismo es sorprendente, sorprendentemente lenta por supuesto (35km/h de media, como de costumbre), aunque hay que reconocer que no está nada mal, por lo menos en el que fuimos, pero los retrasos son insufribles, 4 horas tarde lo cogimos y 7 horas tarde llegamos. En Varanasi visitamos un grupo de templos de un mis religiones que hay en un pueblo a 10km, Sarnath, pero sin pena ni gloria, quizás el nepalí que nos hizo de traductor también tuvo culpa, porque no se le entendía ni media castaña. Aparte también vimos desde el Ganges la ceremonia que hacen cada atardecer y que también repiten por la mañana, que realmente choca bastante, tanta parafernalia durante una hora dos veces cada día, porque la montan bastante gorda como si fuera algo extraordinario en vez de rutinario como es. Varanasi es famoso porque producen muchas prendas de seda (todo el mundo te ofrecerá enseñarte “desinteresadamente” cómo la tejen) y por los crematorios, gente de toda India al morir es incinerada allí para echar sus cenizas al río que consideran su madre. Más de 200 cuerpos son incinerados las 24h a orillas del río en un ritual particular que no voy a explicar y que por supuesto, el que quiera saber más que me pregunte. Aparte de eso me veo obligado a recomendar el restaurante “Garden” al noroeste de la ciudad, donde cenamos comida india, pero bien buena, como señores en un ambiente formidable, y a un precio muy aceptable. Aviso: quizás está ciudad tenga los indios más pesados.
Para irnos a Nepal cogimos un bus en el que sólo íbamos turistas y nos metieron un suplemento de equipaje de 10 rupias que desde luego fue el timo de la estampita y que pagamos como ovejas. Al llegar a la frontera, en Sunouli, nos hospedamos en el más lujoso de los zulos (iba incluido en el billete del autobús). En serio, vaya mieeerda de cuartucho, con baño propio, eso sí, pero que no usé por salvaguardar mi salud. En la puerta del mismo había dibujada, muy acertadamente, una calabera. Y Nepal para el siguiente artículo.
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