Si soy un loco por vivir esta aventura, ¿qué son los que tienen sueños y no los cumplen?

martes, 29 de enero de 2008

Koh Pha-Ngan

Christchurch (Nueva Zelanda) 29/01/08

Como estoy un poco vago y no me apetece pensar, voy a tirar de nuevo de diario y transcribir, aunque no literalmente.

En Koh Pha-Ngan me alojé en el Norte, en un pueblo tranquilo, tranquilo, Chalok Lum. Concretamente en Sarisa’s Place, 200 baht con moto incluída y una cabaña para tres yo solo. El truco está en que tienes que comer allí, cosa que no sale cara de todas formas y está bien. El sitio era bien agradable, no había casi nadie, de hecho era fácil encontrarse solo en la playa; quizás le faltaba algo de vida diría yo, con un poco más de gente con la que encontrarse supongo que ya sería ideal. El ambiente de los viajeros, que no turistas, que había allí era de “aquí estoy una temporadita relajándome sin nada que me agobie y a mi ritmo sin hacer nada en particular, sólo disfrutando de Tailandia”. No era en plan de pasarse el día tirado en la playa, ese no es el espíritu viajero y de hwcho ni si quiera la pisamos mucho, era de estar tranquilo, conociendo a la gente del pueblo y hacer vida con los del alojamiento. Algo que le hacía sentirse a gusto a uno era el rollo de la confianza que te dan por ahí, si quieres una bebida la coges de la nevera y la apuntas tu mismo en tu cuenta, sin que nadie lo tenga que controlar, cada tres días o así pagas y fiesta. Todo el tiempo pensé que si llegaran aquí unos cuantos gitanos con la fragoneta se les llevaban hasta la isla, porque dejan todo a mano, incluso por la noche, la tele, el DVD y cualquier cosa, que sería tan fácil como llegar, coger e irse, pero afortunadamente, en sitios así, el sistema de la confianza funciona, no es sólo una utopía y es lo que me encanta. Me pasó varias veces de entrar a alguna tienda e irme porque no había nadie que me atendiera pudiéndome llevar lo que quisiera incluso el móvil cargando encima del mostrador. De todas formas no todo es así y en Tailandia lo de robar, incluso en las cabañas, se lleva mucho, depende del sitio, así que tampoco hay que descuidarse.

La isla está más que bien, con sus cocoteros hasta la saciedad, como es habitual, montañas verdes inhabitadas y casi intraspasables, sin gente ni ruido en general. Pero por otra parte está Haad Rin, donde la Full Moon Party, que aunque los viajeros puristas hablan pestes y es puramente comercial y turístico, a mí me gustó. Si uno busca vacaciones, gente y fiesta es simplemente perfecto. En cualquier caso no es como la típica playa española tipo Benidorm con bloques de pisos y playa saturada, es todo dos plantas, playa sin agobios, movimiento, bares, tiendas, bonito y fiesta en ambiente playero. Es mucho más caro que Tailandia normal, pero sigue siendo más barato que nuestra costa. Con lo cual, siendo que tienes los dos ambientes, tranquilidad y fiesta, más buen buceo, alguna que otra cascada para irte de excursión, pues me parece ideal. Lo que no está tan bien, aunque puede resultar divertido son las carreteras. Llegando a Haad Rin, las cuestas llegan al 20%, aunque yo diría que lo superan en algún trozo, porque con la moto de 125cc en primera casi no subía y cuesta abajo, yo bajaba, pero mis pelotas subían, porque el freno no me frenaba lo suficiente. Como es lógico, al igual que en Koh Chang, ver a gente con vendajes y arañazos era cosa habitual.

El 17 de diciembre tocó la Half Moon Party, que no es en la playa si no en el interior, pero al aire libre. En vez de ir por la noche, madrugué para ir por la mañana, seguro de que aún encontraría cachondeo, por pereza, porque no quería conducir de noche y porque al día siguiente había fiesta en otro sitio a partir de las 10 de la mañana. Estaba en lo cierto y la gente seguía dándolo todo todavía a las 7. Estuve un par de horas y luego me fui al otro sitio, pero no había nadie, así que me fui a desayunar, volví varias veces, pero hasta la tarde no empezó la marcha. Llegué de nuevo a las 16h y aún no estaba muy ambientado pero desde ese momento fue mejorando hasta llegar yo a un punto de felicidad que estaría por la parte de arriba del top ten de mi vida. Era absolutamente genial, éramos pocos, pero todos amigos, se podía respirar buen rollito. Podías tratar con cualquiera, todo el mundo sonreía y todos disfrutábamos de ese momento especial del que todos nos dábamos cuenta. Uno no bailaba solo simplemente pasando el tiempo como si de un sábado cualquiera se tratara, bailábamos todos juntos siendo conscientes de dónde estábamos, lo afortunados que éramos y lo que estábamos disfrutando. En parte la culpa la tuvo Tan, una Tailandesa de 38 años, pero 20 de espíritu, con la que me comunicaba en ¿¡alemán!?, que era genial y con la que congenié perfectamente. Por tercera vez ya, perdí las chancletas, las nuevas fueron sustancialmente mejores, pero en seguida me deshice de ellas, al final no me terminaron de convencer. Esa noche la pasé durmiendo ahí enfrente al lado de la playa despertándome con una sonrisa y un fabuloso sabor de boca de la noche anterior. Es sorprendente la cantidad de “abuelos”, gente de 50-60 años, que había y disfrutaban y bailaban como cualquiera sin desentonar e incluso aportando alegría a la fiesta en vez de aguarla, como quizás cabría pensar. Hablabas con ellos y o bien llevaban años viniendo aquí o directamente ya se habían afincado.

Un poco de diario literal: “…Y Koh Pha-Ngan sigue sumando puntos. ¡Vaya fiesta ayer!, y es así cada noche. Conocí a cien personas por segundo cuadrado y el ambiente de jolgorio era estupendo. Me pasé el día en Haad Rin, echámos unos cuantos voleys extremos bajo la lluvia y el viento (increíble lo caliente que se sentía el agua del mar después, como puro meado) y por la noche fiesta a saco Paco hasta la mañana con su música, su playa y sus cubos de bebida. De nuevo jugamos al juego de las chancletas y de los dos pares con los que vine aquí ya ninguno es el original, por lo menos las que me llevé esta vez me gustan más, pero aún tengo que cambiar las otras que están defectuosas. […]

¡Qué grande el snorkeling de hace un rato! Miles y miles de peces con el fondo completo de coral. El colorido no es en absoluto asombroso, aunque sí que hay unos pocos tipos de peces bastante “fashion”, pero lo maravilloso es sentirse en medio de ellos, lástima que huyan cuando intentas tocarlos, si pudieras acariciarlos como a un cachorro ya sería de ensueño. Ha habido algún momento que me he metido en medio de un banco de unos peces planos de un palmo y me sentía como en medio de un fondo de Windows completamente rodeado nublándome la visibilidad.

Empiezo a sentirme muy a gusto aquí, en parte porque en Sarisa’s Place ya somos todos familia y eso siempre es agradable, que junto a la tranquilidad, la playa y estar en una isla repleta de cocoteros aún es más, mucho más. Analizando la situación, es fácil deducir que donde la gente se vuelve familiar siempre se está bien, como en Koh Chang, Nepal o Shanghai.”

La Full Moon Party es lo más popular que tiene la isla, pero desde luego no es lo mejor, a mí personalmente no me gustó y según he comprobado es la opinión general, aunque para muchos haya sido una noche irrepetible. Más gente no significa más diversión, de hecho cualquier otra noche en el mismo sitio resulta más divertida, al ser más familiar, menos caótica y menos peligrosa, ya que los robos, abusos y accidentes están a la orden del día. Otra cosa que tiene Tailandia son los transexuales, hay una barbaridad, pero especialmente al final de las fiestas es cuando florecen como las flores en primavera y en esta fiesta alcanzan su máximo esplendor. Lejos de ser la imagen divertida que puedan tener los drag queens, suelen ser los que más engañan, roban y prostituyen.

Pasé ahí la Navidad, que comenzó desastrosamente, todo el día podrido de asco esperando a que viniera Noi, la que llevaba el alojamiento exclusivamente, para hacer la barabacoa que lleveba yo días sugiriendo. Fue uno de los días más aburridos del año, en gran parte por el mal sabor de boca de la Full Moon de la noche anterior, pero al final se arregló cuando finalmente hicimos la barbacoa con un pez que compré por la mañana al llegar de la fiesta, la tortilla de patata que les preparé, que como siempre triunfó, y gracias al apoyo de un matrimonio sueco que también pusieron algo de su parte, muy majos ellos. De hecho ellos prepararon algo que me pareció exquisito, plátanos a la brasa con azúcar moreno y ron, maravilloso. El ambiente sentados todos juntos por primera y única vez fue lo que hizo que pareciera lo que era, Navidad.

Otra particularidad que tiene es que Haad Rin es de dominio israelí, no sólo hay muchísimos, sino que incluso poseen numerosos negociosos y hasta el menú de muchos restaurantes lo tienen en hebreo. Según me contaron, en septiembre, cuando tienen vacaciones en Israel, llegan a ser el 90%. De todas formas he podido comprobar que Koh Pha-Ngan no es un caso aislado de ocupación israelí, de hecho los clasificaría como los más viajeros del mundo, es muy fácil también encontrártelos por Australia o Nueva Zelanda y tengo entendido que también Suramérica y seguro que muchos otros sitios. Tiene una explicación, pero no viene al caso. En cualquier caso es lo opuesto a la cultura española en ese aspecto, porque desgraciadamente me he cansado de oir “you are the first spanish I see!”, aunque esto la verdad no entraría en Tailandia, que aún se escapa alguno, ya hablaré cuando llegue a la parte de Australia y Nueva Zelanda.

  

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