Quizás se podría decir que la historia que viene a continuación empezó con el mensaje de una galleta de la comida china que ordené para comer: "Vas a ser el centro de atención". Casualmente venían dos, la otra decía: "Recibirás una gran cantidad de dinero de una fuente inesperada". Sin ser supersticioso, no reparé en absoluto en ellas, quizás debería cambiar mis ideas al respecto.
Siendo sábado me apetecía algo de fiesta, para lo cual me alié con un ruso con un carácter muy afín al mío, es decir, un tipo muy majo, y procedimos a beber algo antes de salir. Compramos una botella de 375ml de Jim Bean a medias, aunque al parecer la repartición no fue muy equitativa, porque ya en la calle, Víctor, que es su nombre, mostraba estar más alegre que de normal, mientras yo no experimentaba ninguna sensación fuera de lo común; aunque la sensación del alcohol también es común, se entiende lo que digo.
La noche empezó bien, casi sin darnos cuenta acabamos en un local de striptease, que he de decir que fue muy entretenido, barato (gratis y no consumimos) y agradable (cómo no, con tías en pelotas por ahí). Después de un rato salimos de allí sabiendo que ésa iba a ser una buena noche; aún no sabíamos lo que nos esperaba.
Eran las 12:30 de la noche cuando intentamos entrar a un garito y nos rechazaron porque yo no tenía identificación, que por aquí la piden siempre, y mi compañero llevaba pantalones militares. Siendo que había multitud de sitios adonde ir y que acabábamos de empezar a recorrer la calle, no nos preocupó en absoluto, así que continuamos tranquilamente nuestro camino. Habíamos andado dos pasos desde la puerta cuando, espontáneamente sin explicación alguna, un grupo de 6-8 policías se abalanzaron sobre Víctor. Aunque es una persona inteligente, quizás no actuó de la forma más sensata y se intentó resistir ante ese repentino ataque cuanto pudo, mientras yo todavía sin nadie que me acosara no le deja de gritar que se estuviera quieto, que no habíamos hecho nada y que todo iría bien, que se calmara, pero no me hacía ningún caso. Después de que lo zarandearan un poco y finalmente lo consiguieran esposar, antes de que yo tuviera tiempo a reaccionar y saber qué estaba pasando, estando completamente quieto y atónito, un policía me agarró y me lanzó de morros contra el suelo. Yo no dejaba de decir, que no iba a hacer nada, que estaba tranquilo, que no me resistía, pero el comportamiento del policía era el mismo que debe proceder para el más peligroso de los criminales, gritando "¡no te resistas!" con pose heroica, como intentando hacer ver a todo el mundo que estaba salvando la ciudad de un peligro en potencia. Lo cual resultaba gracioso siendo que antes que él yo ya decía que no me resistía; mi pensamiento era "pero, joder, si no me estoy resistiendo en absoluto, ¡¿qué cojones quieres que haga?!". Retorciéndome los brazos, con la rodilla incada en mi espalda, me puso las esposas. En un momento descubrieron la lata que llevaba en el bolsillo trasero y la hicieron estallar contra el suelo en un gesto muy macho, dándole un toque aún más violento a la escena. La gente que estaba en la cola de la entrada estaba alucinando tanto como nosotros, nos grababan con el móvil y me miraban sonriendo con complicidad en gesto de comprensión.
Mientras me conducían hacia el coche, con la tranquilidad de saber que no había hecho nada, me di cuenta de lo que me estaban haciendo, darme un regalo enorme, una de las mejores anécdotas de mi viaje, lo cual me hizo sonreír, pero la incredulidad por lo absurdo de la situación, hizo que esa sonrisa se convirtiera en carcajada pura. El ver a la gente atónita que con la mirada me decían que me entendían, que eso era tan estúpido como parecía, pensar que no soy más que un simple turista españolito que pasaba por ahí y que no había ofrecido resistencia alguna y que a pesar de eso los policías se tomaban la situación como luchando contra un grupo terrorista, sólo hacía que incrementar mi carcajada. Por otra parte disfruto desconcertando de esa manera, cuando más lógico sería quizás echarse a llorar, pero con eso no gano nada y reírme me parece más positivo.
Pregunté que por qué era todo eso y me respondieron que por ir borracho, cosa bastante inverosímil, porque ni si quiera habían tenido tiempo de comprobarlo ni me habían prestado atención alguna. Otros dedujeron directamente de mi risa que estaba colocado y entre ellos lo confirmaban asintiendo al que lo había sugerido, ya sabéis, con ese estilo imbécil americano. Me preguntaron evidentemente que qué había bebido y qué drogas había tomado. Siendo que no me encontraba borracho y me acusaban de ello, les pedí que me hicieran un test de aliento o de sangre, pero me respondieron ¡que no tenían nada para hacer eso!, les sugerí una prueba física de esas que todos hemos visto por la tele que hacen por aquí, pero también me la negaron; yo estaba borracho y punto, merezco dormir entre rejas. Me metieron en el coche de policía y como no estaba muy cómodo al tener las manos esposadas por detrás, me las pasé delante por debajo de las piernas. Cuando se dieron cuenta de que las tenía delante, me sacaron del coche, me las quitaron, y con un movimiento de academia me retorcieron la muñeca para volvérmelas a poner por detrás mientras yo evidentemente me quejaba del dolor e insistía en que no era necesario apretar tanto. El semblante y actitud de los policías seguía siendo el mismo, seriedad, después de todo están haciendo un trabajo extremadamente peligroso arrestándome, y pura bordería, sin dejarme preguntar ni decir nada, respondiéndome con cosas del tipo "cállate si no quieres tener problemas", "no me hagas repetirlo" y cosas por el estilo nada amistosas; eso fue constante en todo momento de la noche y con todos los policías. No tenía derecho de preguntar, de hablar, de saber ni de nada. Ni siquiera me dijeron que derechos tenía, a pesar de que lo pregunté.
Nos metieron en una furgoneta, pero en compartimentos separados y al rato nos llevaron al centro de detención, es decir, la cárcel, que no la comisaría. Podrían haber tenido el de talle de llevarnos a Alcatraz, que está aquí, y así de paso hacíamos turismo y le habría dado un punto más a la anécdota. Allí nos dejaron dentro de la furgoneta cerca de una hora, completamente desatendidos y con las esposas demasiado apretadas.
Después comenzó el proceso de ingreso. Volví a ver mi cartera que alguien se había quedado todo ese tiempo, pero sólo verla, porque evidentemente me despojaron de ella y de todas mis pertenencias, incluyendo, pulseras, collar, cinturón y zapatos, aunque ni si quiera tenían cordones. Nos hicieron quitarnos los calcetines y volvérnoslos a poner y por supuesto nos pasaron el detector de metales y nos registraron todos los bolsillos. Nos hicieron una foto con un cartelito, en la que salí con una descarada sonrisa, pero no fue la típica de la regla detrás y de perfil. Nos hicieron unas preguntas rutinarias, incluyendo si me quería suicidar, nos tomaron las huellas y al trullo.
A Víctor ya no lo volví a ver, nos pusieron en celdas separadas. Me tocó entre otros con un tipo que estaba ahí por la misma razón y de la misma manera, pero aun más gracioso, porque él ni siquiera bebe. A él tampoco le hicieron ningún tipo de test lógicamente. Estuvimos hablando todo el rato y así se pasó la cosa medio bien. Entre muchas otras cosas me comentó que de eso podíamos sacar una compensación de $6000, que hace referencia a la segunda frase de la galleta china. En efecto hay una cosa que se llama "small claim" que es un sistema rápido de reclamación hasta $7500, pero desgraciadamente hoy hemos estado buscando la forma de reclamar y para nuestro asunto está difícil porque no nos imputaron cargos y eso quiere decir que no hay ningún caso ni archivo que vaya con nosotros, y he llamado a bastantes sitios e incluso a la embajada, que, aunque muy agradables, no ven claramente la forma de ayudar.
En ningún momento sabíamos qué hora era ni cuánto nos quedaba por estar allí, aunque nos dijeron cuatro horas, pero el preguntar era absurdo, porque las respuestas eran completamente hostiles. En un momento mi compañero de celda, el que no bebe, preguntó si podía irse ya y la respuesta fue que si aún estaba allí era porque aún estaba borracho. Sin comentarios. Eran todos completamente estúpidos e irracionales.
Como es de suponer, el desayuno de este tipo de alojamiento no es excelente. Debo de remarcar el zumo de 118ml, que da para un sorbo y medio como mucho, y la mantequilla de cacahuete untada en un papel, a la cual mucha gente había hecho asco a decir por las manchas y los papeles del techo.
Pasadas las 5:30 nos soltaron a la vez a mi nuevo a migo y a mí, después de hacernos una de las preguntas más estúpidas posibles, que si estábamos listos para irnos a casa, "no por favor, aún somos un peligro para la sociedad, déjanos aquí", pensaba irónicamente. Nos metieron en una habitación, nos llamaron uno a uno, nos dieron nuestras pertenencias en una bolsa que no debíamos abrir hasta salir de allí, huella, firma y nos hicieron pasar a otra habitación. Se abrió una puerta, pasamos, se cerró y se abrió la siguiente. Ya éramos libres.
Empezamos a registrar nuestras bolsas poniéndonos los zapatos, las pulseras... Y me di cuenta de que me faltaban tres de mis preciadas pulseras que había conseguido en tres de los países en los que he estado durante este viaje. Volví por el pasillo, ya que en el hall donde estaba no había nadie, y pregunté por ellas en el tono más cordial y humilde que pude incluso sobreactuando para dar lástima. Me dijeron que todo estaba en la bolsa y que ellos no tenían nada. Le expliqué cuanto significaban para mí y que si no estaban allí, sólo podían estar arrojadas en la puerta donde me las quitaron. Añadir que cuando me iban a quitar dos de ellas les aclaré que estaban pegadas y que no se podían sacar, pero no les costó arrancármelas. Me contestó que no había forma de que yo pudiera ir allí. Les sugerí que si yo no podía, que alguien me hiciera el tremendo favor de ir a buscarlas, a lo cual me respondió que aunque me las hubiera regalado el rey, la reina o el mismo Dios, no había forma de que las pudiera recuperar. "¿Quiere eso decir que las he perdido definitivamente?, pregunté. "Sí, welcome to San Francisco.", me respondió el muy hijo de puta. Me da pena pensar que estaban simplemente tiradas ahí en el suelo y que no le hubiera costado nada recuperarlas. Luego tuve que volver para preguntarle dónde estábamos, porque no tenía ni idea, y cómo ir a casa. Me lo dijo y me avisó de que era peligroso andar a esas horas por allí. No les supuso ningún problema traerme ahí sin motivo, pero desde luego aunque mi vida corriera peligro no se iban a molestar en llevarme de vuelta. Me puse la gorra, la capucha del abrigo por encima y con aire vacilón contoneándome como un tipo duro, con el pensamiento de que acababa de salir de prisión, me fui a casa. No me encontré con mucha gente por el camino, pero los malotes con los que me crucé me saludaban con compañerismo al pasar con el clásico "hey man!" y cosas así. Realmente parecía un mal tipo.
Víctor fue al hospital, porque la estuvo montando en la celda y le preguntaron si quería ir. Una vez allí, le midieron la tensión y lo dejaron con el cacharro ese puesto hasta que se cansó, se lo quitó y lo tiró al suelo. Luego se puso a andar hasta que los policías lo vieron y le dijeron que si no quería su ayuda que se fuera a casa. El cabrón llegó hacia las cinco, mientras que yo portándome como un angelito llegué a las seis y media. Eso sí, el lleva regalo en la cara y en las muñecas.
Tengo mis conjeturas de a qué se debió todo esto, no sé si sería por cumplir una cuota de detenciones, por cumplir con algún número de algo, porque resulta más fácil meterse con gente así que con otros más peligrosos y así tienen la excusa de estar muy ocupados como para hacer otras cosas o quizás intentan impresionar delante de toda la gente, dar ejemplo y avisar de que nadie se pase. En cualquier caso delata la mierda de policía que tienen en los EE.UU.. El que lleva las investigaciones del abuso policial y esas cosas me ha contado que en esa calle todos los fines de semana detienen a muchas personas, pero casualmente no cuando él va con ellos para observar su trabajo.
A día de hoy ya he mirado el tema de la reclamación y de momento ya hemos puesto una queja que acabará en una investigación para echar reprimendas. Lo de una compensación al final será nada y encima sólo cuentan las cosas que te hayan roto o perdido. Por lo menos he incluído que me rompieron la cámara. El que te den por culo no te lo compensan de ninguna manera. La tocada de pelotas tamaño familiar les sale gratis.
¡¡Welcome to América!!
Que caos!! con ustedes. Daniel dejame decirte que en toda mi mida jamas me ha sucedido cosa como esa, deberian de saber que el Gobierno de EE.UU., es muy delicado encuanto a el comportamiento de las personas que transitan por las calles no pueden andar como en vlissingen o Amsterdam jejeje aqui es otro sistema totalmente distinto y la verdad no me agrada para nada pero bueno desgraciadamente los tenemos de vecinos.
ResponderEliminarSaludos y cuidate
Alberto Gomez. (Mexico)
Epa Dani, soy tu ex-vecino Juan Larriba. Ya me habían contado algo tus progenitores, pero así leída es mucho más interesante. Esta anécdota me la tienes que contar en persona junto a unas buenas y frescas cervezas. Nos vemos Dani. Suerte y buen viaje.
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