Si soy un loco por vivir esta aventura, ¿qué son los que tienen sueños y no los cumplen?

sábado, 29 de marzo de 2008

Pancake Rocks, Abel Tasman y Arthur's Pass

Guadalajara 28/03/08

Yendo hacia el Norte hice la parada obligada para tomar las fotos de las Pancake Rocks, que son unas formaciones rocosas en la costa con la singularidad de estar formadas por láminas creadas por sedimentación. Son curiosas, vale, pero no dejan de ser sólo rocas, nada más. En el space le he dedicado una sola foto de muestra.

Una de las caminatas más populares, y he de decir que con razón, es la del parque nacional Abel Tasman, en el extremo Noroeste de la isla Sur. Es bastante común aquí hacer kayac. Yo me pensé cogerme un paquete de un par de días, pero al final me alegré mucho de no haberlo hecho. Al respecto yo recomendaría hacerlo independientemente y sólo de Marahau a Anchorage, si es que realmente se tiene la ilusión de hacerlo. La razón es que esa parte no resulta nada interesante andando, pero sin embargo sería una lástima perderse el resto por hacerlo por agua y además no hay nada extra que se pueda ver en kayac que no se pueda andando.

El recorrido es muy sencillo, está acondicionado para que se pueda hacer incluso con un carrito de bebé yo incluso me hice la mitad descalzo cual profeta, pero es largo, cerca de 40km, y para disfrutarlo se recomiendan tres días y dos noches. Existe un servicio de "aquataxi" que puede llevarte y traerte a y desde distintos sitios, así que se puede hacer una excursión de hasta un día si se quiere. Hay cabañas para dormir y puestos de acampada y se deben reservar y pagar antes de entrar al parque, cosa que por supuesto no hice. Sin embargo no hay tiendas, cocinas ni papeleras, por lo que uno tiene que cargar con toda la comida, equipo de cocinar y basura todo el camino.

Lo más curioso de la caminata es que en varios puntos se depende de la marea para pasar, pero está perfectamente explicado e informan de los horarios en distintos lugares. A mí me pareció increíble las inmensas superficies que atraviesas que en otro momento son mar. En esas partes generalmente vas descalzo, porque sueles tener que atravesar varios riachuelos y resulta más cómodo, y vas pisando la arena que está llena de pequeños agujeros donde se van escondiendo diminutos cangrejos a tu paso y millones y millones de conchas. Es una sensación estupenda sentirse ahí en medio. A veces la marea no está en lo más bajo y toca mojarse un poco, pero le da un toque aventurero al asunto tener quizás que ir con la mochila sobre la cabeza.

Lo más bonito del recorrido son sin duda las playas. Son preciosas y evidentemente están un poco más vacías que las de Benidorm, pero el agua no está tan caliente, de hecho está un tanto fresca para mi gusto, aunque me atreví a meterme entero.

Comencé sólo y terminé un grupo de argentinos geniales y algo singulares; me sorprendió su “profesionalidad” cuando empezaron a sacar todos los recursos que tenían para caminar, empezaron fumándose un porrillo, luego sacaron el vodka, un poco de LSD y party pills, que es algo legal allí, vamos, que iban perfectamente preparados para pasar un buen rato en la naturaleza. Luego aparte tenían altavoces para el ipod, parlantes que dirían ellos, y podíamos ir escuchando música por el camino, así que bastante bien con ellos. Posteriormente me los volví a encontrar en Christchurch, a 500km, y seguían con sus cosillas, pero me alegró mucho volverlos a ver.

La primera noche aún no los conocía y dormí de nuevo en el bosque, en un sitio genial, e incluso me molesté en hacerme un colchoncito con hojas de helecho seco. Por la mañana se me apareció un hombre que estaba en una casa al lado de donde yo dormí, iba al baño, que consistía en un agujero con un tablón donde sentarse y resultó que yo me aposté en el medio del camino. Me invitó a desayunar, es decir, el bosque resultó ser para mí como un bed & breakfast, pero gratis. Estaban unos 35 miembros de la misma familia, y esperaban estar más de 60 ese día, que estaban celebrando que hace cien años que compraron el terreno en ese sitio tan singular, junto a la playa sin nada urbanizado alrededor en un parque nacional. La casa era tipo Robinsons hecha a mano, sin luz, con una nevera, cocina y bañera que podían tener más de 50 años, genial.

Como se está extendiendo demasiado lo del parquecito lo voy a dejar ya, pero en conclusión fue muy agradable y tiene unos escenarios preciosos. Un pequeño consejo para el que vaya, en el puente colgante buscar un camino alternativo que está abandonado que baja al río.

De vuelta hacia Christchurch me molesté en pasar por el Arthur's Pass, que es un puerto de montaña que se supone es precioso. No lo es, será bonito, pero no tiene nada de especial, quizás con nieve sea interesante, pero sin más por la carretera no tiene nada. Se supone que es un sitio esupendo para practicar montañismo, pero es algo que evidentemente no hice.

 

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