Si soy un loco por vivir esta aventura, ¿qué son los que tienen sueños y no los cumplen?

viernes, 28 de marzo de 2008

Queenstown y Milford Sound

Guadalajara 28/03/08

La siguiente parada fue Queenstown, la ciudad más para turistas de Nueva Zelanda, de hecho casi no hay kiwis, porque hasta mucha de la gente que trabaja allí son turistas que se quedan un tiempo para amortizar el viaje o sudamericanos, concretamente chilenos y argentinos, que hay muchos, que medio se están ganando la vida, medio viajando. Es el único sitio por ello donde se puede encontrar cachondeo en la isla Sur y un buen destino para desahogarse un poco y socializarse después de tanta naturaleza casi aislado. De cualquier forma, el sitio es también bonito, está junto a un lago y se puede disfrutar de las vistas desde la montaña del teleférico. Recomiendo subirla andando, que no es mucho, es más entretenido y barato, y encima bajar en la góndola, como llaman al teleférico, es gratis.

Lo que más define a este sitio son los deportes de aventura, podría considerarse la capital mundial de eso, porque se puede hacer de todo, eso sí, el precio no es el mejor. Por NZ$160, unos 80€, celebré mi cumpleaños tirándome desde el primer bungee jumping comercial del mundo, 43m, que no es mucho, pero con la gracia de terminar sumergiendo medio cuerpo en el río. Como iba a acabar en el agua, por seguridad me tiré con un flotador, lo único que como era de niño lo tuve que rajar para que me entrara, así que deshinchado quizás no funcionaba muy bien. Sinceramente no me pareció tan impresionante ni violento como se ve desde fuera, de hecho es muy suave y sólo se siente algo en el primer segundo cuando saltas, te ves en el aire, y al notar que no tienes donde agarrarte y que te vas a ir irremediablemente hacia abajo, te sale pensar “la jodí”.

El hostal, de la cadena neozelandesa BBH, genial, como todos los de la cadena, con spa y todo. De ahí me saqué a mis amigos postizos para celebrar mi cumpleaños. Hice tortilla de patatas para que la probaran todos y compré un trozo de pastel. Luego me los lleve de fiesta y la cosa estuvo bastante ambientada. No fue un gran cumpleaños, pero hice todo lo que pude.

Desde Queenstown fuimos María, una despistada colombiana, y yo a ver el fiordo más popular, el Milford Sound. Es bonito, eso es innegable, pero no es realmente impresionante. Tiene sus cascadas, sus paredes tan verticales, leones marinos y tal, pero no es mucho más. Lo peor es la forma de llegar allí, porque está apartado de culquier pueblo y el camino es bastante largo, por lo que toma bastante tiempo y dinero, aunque como fuimos a dedo nos salió bastante económico y sólo tuvimos que pagar el crucero de dos horas por NZ$68, que estuvo bastante bien. De camino hay un túnel con un semáforo que cambia cada cuarto de hora y donde te paras a esperar a que cambie hay unos párajos muy curiosos, los kea, que son como un loro grandote que no tienen miedo de la gente, son bastante espabilados y les encanta la goma de las ventanillas.

 

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