Si soy un loco por vivir esta aventura, ¿qué son los que tienen sueños y no los cumplen?

martes, 3 de junio de 2008

Guadalajara

Zaragoza 03/06/08

Durante los casi diez días que abusé de la tremenda hospitalidad de mi amigo César en Guadalajara alcanzamos una rutina que consistía en ir al centro a tomar “chelas” (cervezas) a diez pesos, 0.60€. Siempre resultaba entretenido, entre otras razones porque con sus amigos me encontraba como en casa, en seguida los identifiqué paralelamente a cada uno con uno de los míos, era curioso como cada uno jugaba un rol similar a los nuestros. Además con personajes como Ernesto, alias “Gua”, es difícil aburrirse, porque no hay nada de lo que no sea capaz, y en gran parte por su culpa, íbamos haciendo el mongolo por todas partes. Nuestro medio de transporte era además su entrañable “mocho” (Escarabajo), que en México siguieron produciendo hasta 2002, y eso le daba carisma y alegría al grupo.

La primera noche, por ejemplo, estuvo gracioso cuando unas niñas de 18 añitos recién llegadas a Guadalajara espontáneamente nos invitaron a su “depa”. Eran unas completas inconscientes, porque esa no es la ciudad más segura del mundo, nosotros éramos unos completos desconocidos y ellas muy jovencitas y monas. Nos parecía tan incoherente comportarse así, que íbamos a rechazar la invitación porque parecía una trampa, a ver si con su aparente inocencia nos iban a llevar a un sitio donde algún otro nos fuera a desplumar. Pero tuvieron suerte esta vez y no les pasó nada, fuimos buenos chicos, simplemente compramos unas cervezas y las llevamos en nuestro “súper” mocho hasta su “súper” casa, donde estuvimos escuchando música psicho, bebiendo y hablando de drogas; vayas elementos que estaban hechas… Sin entrar en detalles, estuvo divertido y pudo dar mucho juego.

Lo mejor sin duda de Guadalajara fue la lucha libre, espectáculo obligatorio en México. Fuimos un domingo y estuvo genial el ver ese circo con unas actuaciones patéticas de gordos peleándose, aunque hacia el final ya iban mejorando. Me moría de risa cuando se pegaban bofetadas de puta con la palma extendida o cuando salió el más gordo de todos, “León Blanco”, que llevaba flotador de serie a base de un michelín que le podría haber hecho rebotar en el suelo y su máscara tenía unos flecos blancos ridículos que parecía una fregona del revés. El ambiente era completamente familiar, con los niños al borde del ring cuando salían los luchadores para que les firmaran autógrafos y todo un teatro gracioso e inocente, pese a ser una “pelea”.
Nos gustó tanto que el martes volvimos, pero esta vez fue cien veces mejor que la anterior, era otro rollo, nada de niños, esta vez era todo gente joven, de nuestra edad y con ganas de pasarlo bien y el “Arena Coliseo” estaba a reventar por el estupendo cartel que había. Con el ambientazo, las cervezas y el show no nos quitamos la sonrisa de la cara ni un segundo. Lo curioso es que podrían haber estado bailando ballet y habría dado igual, porque de hecho nadie se habría dado cuenta, porque el espectáculo estaba en la grada y nadie le hacía ni caso a las peleas. Durante todo el tiempo, el público no callamos, había que echar “carrilla” a todo lo que se moviera. Las mujeres eran un blanco predilecto, y constantemente cualquier sector del público empezaba a gritarle a una “que se pare, que se pare” (que se levante), cuando lo hacía le pedían “vuelta, vuelta”, si iba bien dotada le solicitaban “que brinque, que brinque”, si se negaba la llamaban “bigotuda”, pero si accedía “facilona”. Pero era un sin fin, porque al calvo le decían “pelón”, a la gorda “pozolera” (unas que venden un tipo de comida grasienta), a dos tipos que se levantaran juntos “jotos” (maricones) y a uno que iba de rosa… ufff, a ese lo dejamos fino. (Consejo: si vais a la lucha NUNCA vayáis de rosa). Gracias al de rosa tuvimos siempre algo que decir, porque si nos callábamos más de veinte segundos volvíamos a nuestro tema recurrente y favorito y cualquiera saltaba a gritar “el de rosa es puto”, “rosa, rosa, chingas a tu madre” y otras lindezas y todos lo seguíamos. Todo era de “buena onda” y nadie se ofendía, era un ambiente perfecto. Yo procuraba no levantarme y si lo hacía escogía bien el momento para no ser el blanco del público. En la última pelea, que era la estelar, ya prestamos atención. Eran doce en un todos contra todos y entre ellos se encontraban “Místico”, la sensación del momento, “Blue Panter”, un respetado veterano, y otros importantillos. La coreografía fue estupenda, pero el guión insuperable, fue todo lo que el público podía pedir y con el mejor desenlace posible quedando las dos estrellas al final, ganando “Místico”, que sin duda era el mejor, pero guardándole los respetos a “Blue Panter” y quedando todos como amigos maravillosos. Todo el mundo salió contento y yo encantadísimo. No os lo perdáis si vais a México.


No me quería ir de allí sin antes hacerme una excursión con César a algún sitio cercano, y finalmente lo hicimos, nos fuimos a Tapalpa a acampar en Las Piedrotas, que en efecto son unas piedras muy grandes. El cómo fuera el escenario resultaba un tanto indiferente, porque el objetivo era estar juntos y pasarlo bien; de hecho llegamos a poner la tienda cuando ya era de noche y hasta el día siguiente no nos pudimos hacer una idea de dónde estábamos. El objetivo se cumplió y con el ambiente de la naturaleza, de estar solos ahí en medio de unas piedras enormes sin saber exactamente dónde habíamos plantado la tienda, nuestra botella de José Cuervo, la música bien seleccionada y una linterna de colores parpadeantes, que compramos en el pueblo y que ha sido la mejor inversión en mucho tiempo, tuvimos una experiencia mística incomparable.

En Guadalajara pude ver las noticias de la televisión y dan una imagen curiosa de México cuando ves que dedican treinta segundos a decir que han incautado tres toneladas de droga, y curiosamente no hay detenidos, y cinco minutos con un enviado especial a un pueblo donde se venden muy bien objetos con la imagen de un narco muy venerado. O cuando, después de ver tantas necesidades, escuchas que el gobierno del estado ha donado no sé cuantos millones de pesos para hacer una telenovela, entre otras “grandes” causas.
 

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