Si soy un loco por vivir esta aventura, ¿qué son los que tienen sueños y no los cumplen?

lunes, 7 de julio de 2008

Historietas en el DF

Zaragoza 07/07/08

México DF es conocida como una de las ciudades más peligrosas del mundo, pero lamento por el interés del diario y sobre todo del blog que no lo experimentaran mis carnes, pese a que lo busqué. Sin embargo, próximamente contaré una anécdota que perfectamente puede sustituir a un violento atraco a mano armada.

Antes de hablar de la ciudad, contar que desde que llegué al país tenía un pequeño problema, que como no había nadie en la frontera para controlar, no pude entregar el resguardo de mi visado norteamericano, por lo que yo seguía oficialmente en EE.UU. Lo cual tiene el pequeño inconveniente de no poder volver en el futuro, aunque no era algo que me quitara el sueño después del trato recibido. Estando en la capital, me molesté más bien por pasearme que por solucionar el problema, en ir a la embajada estadounidense a entregarlo. Fue gracioso que el trámite consistió en mandarme a una papelería a hacerme una fotocopia y que luego me la "dedicara" la chica de la ventanilla, me puso, "recibido Embajada Americana. Sonia" y la fecha, le faltó poner con cariño, pero ni sello, ni qué lugar, ni mayor identificación que su nombre de pila (supongo). Además les pedí algún tipo de sello en mi pasaporte, por eso de no ser inmigrante ilegal, la respuesta fue al estilo mexicano, "¡Bah!, tú vienes de España, no te hace falta, te puedes quedar todo el tiempo que quieras". Más tarde comprobé que eso era tan irregular como parecía, porque al irme de México, cuando hice el check-in se percataron de que no tenía ningún tipo de visado, les expliqué la situación y me dijeron que al pasar el control de seguridad me pasara pon inmigración. Pasé el control, y podría haberme ido directamente al avión, pero era mi voluntad ir a inmigración por eso de tener un sello más en mi pasaporte que me estaba quedando muy bonito. Casualmente no había nadie, pero aun así pregunté donde podía ir, y al final llegué a un sitio que al contarles el caso me dijeron "Uy, pues tienes que ir a tal sitio, y te van a multar porque al llegar a México deberías haber pagado 200 y pico pesos". Con ese panorama, yo evidentemente desistí de querer tener la estampita de recuerdo en mi pasaporte, me di media vuelta y me fui, pero en seguida salieron detrás mío, me cogieron el pasaporte y me llevaron hasta una oficina, donde hasta tuve que registrarme para entrar. Ahí les expliqué que me parecía estupendo que cobraran lo que fuera, pero que lo llevaban claro porque no tenía dinero. Se fueron de la oficina las dos personas con las que hablaba a buscar a alguien y cuando me cansé de esperar me fugué delante de otros funcionarios que no conocían mi caso. Fue emocionante ir por el aeropuerto cual fugitivo, escondiéndome entre la gente y esperando oír mi descripción del walkitalki de cualquier empleado del aeropuerto que me cruzaba con una orden de detención. Cuando me senté en mi asiento del avión fue un alivio y me pude echar unas risas. Oficialmente yo nunca he estado en México.

En mi curiosidad por descubrir cuán peligrosa era esa famosa ciudad en un par de ocasiones salí en búsqueda de acción.
Un día fui de noche por una zona que me dijeron que no era recomendable. A esas horas, pasadas las diez, no había más que una o dos personas por calle, aparte de unas considerables montañas de mierda, pero no daba la sensación de peligro. Sólo en una ocasión hubo una clara tentativa de atraco, ya que había un tipo parado en un portal y que justo al pasar yo comenzó a seguirme. Esquivarlo fue tan sencillo como cruzar de acera y esperar a que me adelantara, el tío al notar que me había percatado no hizo más que disimular y seguir andando. Soy consciente que ese no era tampoco el barrio más peligroso, porque algún policía ya me advirtió sobre otros en los que no debía entrar sin conocer a nadie de allí a ninguna hora del día, porque tendría todas las papeletas de que me robaran.
La otra ocasión que salí a buscar acción fue cuando, después de comprobar que a las cuatro de la tarde las prostitutas ya estaban de servicio, quise comprobar si eran como el 7Eleven y abrían 24h. Ni que decir tiene que el nivel era ínfimo y ni siquiera estoy seguro de que del centenar que había tan sólo una mereciera la pena. Preguntando por el camino hacia allá me respondieron que tuviera cuidado que allí asaltaban (bien, iba ganando emoción mi excursión). Al llegar comprobé que sí que deben ser franquicia del 7Eleven, porque ahí estaban, con la única diferencia que a esa hora había un alto porcentaje de travelos. Aquí me di cuenta de una afición curiosa que tengo, hablar con putas, sí, lo hice en Tijuana, Guadalajara, Tailandia, Zaragoza y tantas otras veces, y me parece entretenido encuestarlas y preguntarles cómo funciona el negocio, proponerles guarradas para saber hasta donde están dispuestas a llegar y eso. Ojito a la tarifa, 9€ habitación incluida, peeeero ¡3€ extra por cada postura! Así que en caso de ponerte en acción asegúrate de estar cómodo, que cómo te estés clavando un muelle o te jodes todo el polvo o pagas por moverte. También tenían el McMenú, que por 27€ barra libre de posturas y francés de regalo.

Hablando del tema, el día que fui paseándome hasta el mercado a primera hora de la tarde en un callejón me fije que había mucha gente haciendo corrillo, como si hubiera pasado algo y estuvieran cotilleando, dejando un amplio espacio en el centro. Me acerqué y pregunté qué había sucedido; la respuesta fue que estaban viendo a las “morras”, es decir, a las mujeres. El corro estaba formado exclusivamente por hombres y en el interior, como si de una pasarela se tratase, unas cuantas chicas de la vida alegre se dedicaban a dar vueltas luciendo sus encantos, que no eran muchos, e intentando seducir a alguno que la sacara del círculo y la llevara a pasar un buen rato. Me pareció un sistema muy curioso y saqué mi cámara para tomar una instantánea; la hice y seguí mirando. Al minuto una chica que estaba desfilando se dirigió hacia mí con el dedo acusador diciendo “ése ha sido, ése ha tomado una foto que lo he visto con la cámara”. En seguida tenía a tres tías y dos tipos obligándome a enseñarles la cámara y borrar la foto y amenazándome de dejarme en pelotas ahí en medio y tomarme fotos “con el pito tieso”, que decían. Repitieron sus a amenazas con insistencia, iban en serio, pero después de unas disculpas y una diplomática discusión acabamos los tíos y yo echándonos unas risas hablando de las diferencias entre México y la Madre Patria. Si no fuera por el idioma, si hubiera sido gringo sobre todo, habría acabado ahí en medio como mi madre me trajo al mundo. Divertido.

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